domingo, 3 de julio de 2011

EL CAMINO DE ANA Y ENRIQUE I

Era mediodía y el astro rey dominaba en el punto más alto del cielo maltés donde las sombras se desterraban a el olvido, por ese motivo era la hora preferida de Ana, pues todo lo malo, paraba de existir. Y por ese motivo ella había cogido un barquito y se había ido con su recién casado marido Enrique mar adentro hasta donde no alcanzaba a ver nada desde la costa, hasta donde las clases sociales ya no valen, ya no hay clases sociales, simplemente personas, simplemente nosotros. Enrique se lanzó al agua cristalina del Mediterráneo y manteniéndose a flote sin más ayuda que sus brazos y piernas Ana comenzó una interesante conversación con el chico del mar.

-Joder, como te has lanzado, ni que hubiese una foca hinchable-Bromeó Ana
-¿Oye, que ha sido de ese tipo?
-¿Quién?
-El payaso ese,¿Cómo se llamaba? El Héroe de nosequé.
-¡El Héroe de Wilde!
-Sí, ese ¿Qué ha sido de ese?
-Hace mucho que no le veo, ya no se comunica por ningún medio y curiosamente a cesado de escribir, que era la única vía de escape. Se habrá perdido en la oscuridad, o en la luz, depende del caso de locura que se demuestre-Respondió Ana.
-Sabes amor, la señal que buscamos no va a llegar y avanzamos atraídos por el Sol hasta su mismo centro.-Meditó Enrique con la mirada perdida en el humo de sus decisiones.

Mientras, Ana tardeaba siempre esa extraña canción desde la barca "bara bam ban bam" Luego lo que pasó en aquella barca a Enrique le marcó, aunque Ana posteriormente dijese que era un juego. Una vez mar adentro hasta donde nadie alcanzaba a ver y Enrique con el agua al cuello se volvió temido cuando Ana con una extraña sonrisa le dijo.

-Te podría matar y no se iba a enterar nadie, cuando me pregunten yo diré que no llegaste nunca.
-Ana, hay días que valdría más no salir de la cama y fundir el fuego con el metal en ella- contestó Enrique con miedo pero demostrando seguridad y asomando templanza en su mirada.
-Que sólo era un juego- le contestó
-Si sólo es un juego¿Donde está la gracia?-Pregunto Enrique, y nadie dijo nada, nada más

Enrique no se podía quitar aquellas macabras palabras de su novicia esposa y a la vuelta del hotel aquella extraña canción "bara bam ban bam" Siempre aquella extraña canción...

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