viernes, 27 de diciembre de 2013

SOL DE INVIERNO

Perdóname por no haber estado ahí cuando más me necesitabas; por fallarte dos veces, en la vida y en la muerte; por priorizar cosas banales y sumamente estúpidas antes que acariciar una vez más tu mano; por que eras mi sol de invierno, esa luz cálida que podía atravesar el frío más absoluto del mundo y sus noches.

Ahora, todo está en calma; en aparente serenidad, como el mar antes de la tormenta y tú ya no estás aquí y hoy llueve en Madrid, hoy no hay sol de invierno y no volverá a amanecer en diciembre, porque ya no brillan tus ojos ciegos, querida.

He sido estúpido pensando que encontraría la calma huyendo del dolor, pero aquí me tienes, de nuevo en el epicentro de esta desolación. Eras amada por todos nosotros y aunque siempre me pareciste una extraña de un tiempo pasado; hoy no puedo negar que vivías en mi presente, entre ceja y ceja; amaneciendo por todos nosotros, pero ya no habrá más sol de invierno.

Ya sólo quedará el recuerdo comido por el olvido de mi arrogancia; y ahora es cuando todo lo grande parece pequeño y lo pequeño puede conmigo, porque puedo ser de acero de la cabeza a los pies, pero me quemo con el sol, con cualquier sol que no sea de invierno.


Perdóname y lo siento de veras, cielo.


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