martes, 28 de diciembre de 2010

EL PASEO DE LOS TRISTES

EL PASEO DE LOS TRISTES


Laura estaba en “Las Matas” junto a Leyde tomando un café por la mañana mientras Zagan y Javier habían salido a cazar. Se encontraban en el amplio salón lleno de los trofeos de caza de Zagan, esos mismos trofeos que estremecían a Leyde, pues ver la pared llena de cabezas disecadas no le agradaba para nada a todo esto Laura dice.

¾ ¿Sabes que este verano Javier y yo nos iremos de veraneo a Granada?

¾No lo sabía ¡Enhorabuena! Pues Granada es una ciudad preciosa

¾Me muero de ganas por visitar la Alambra, el Paseo de los tristes…

¾Laura ¿Conoces la leyenda del paseo de los tristes? La leyenda de Mohamed y Cristina.

¾Pues no tengo ni la más remota idea de lo que me quieres decir, pero cuenta, cuenta.

Leyde
En el paseo de los tristes 
hay un alma que 
llora en las noches de San Juan. 
La Luna insiste 
en afirmar que pena por amor, 
que es fruto de una maldición. 


¾¿Por qué diantres ese alma no puede descansar en paz? ¾Dijo Laura asombrada

¾Fue hace mucho Laura, fue en tiempos del Medievo y de los pactos con dioses.

Leyde
La Alhambra recuerda que allí 
les contemplaba sonreír, 
y al alba se amaban, 
Granada se ruborizaba al ver su amor.


¾¿Por ser feliz no puede descansar en paz su alma? ¾Insistió con sus preguntas Laura

¾No siempre el amor es un valle de rosas, muchas veces lo es de lágrimas, de hogueras y de espinas.



Se amaban en secreto pues era un amor prohibido, pero el padre de Cristina sospechaba de las salidas a escondidas de su hija y un día la siguió, que ingrata sorpresa se llevó cuando la vio amando a un musulmán.



Leyde
Fueron muriendo así los días pero algo ocurrió, 
la religión los separó. 
Ella era hija de un cristiano 
y él de un musulmán, 
La inquisición lo ejecutó.


¾Fue ejecutado en la hoguera y en el momento en el que el fuego hacía su oficio sus gritos de dolor se pudieron oír en toda Granada¾musitó con rabia Leyde¾Cristina no aguantaba vivir sin su amor y llegó a la conclusión de que sólo en el cielo se verían y decidió poner fin a su vida, pero no se podía suicidar pues si no, no iría al cielo, donde estaba Mohamed.

En el barrio del Albaicín se encontraba el capitán del brazo armado de la Inquisición el señor Rodrigo Mendaba , el hombre que había mandado arrestar a su amado por orden de su padre, llena de ira se le echó encima con un cuchillo Mendaba rápidamente la esquivó, desenvainó su espada y la mató. Cristina estaba feliz pues al fin estaría con él.

¾Pero algo no iba bien, Laura, ¿Tú crees que un cristiano y un musulmán comparten el mismo cielo?

¾mmm no sé

Leyde
El Albaicín se estremeció, 
y con su sueño ella murió. 
Y ahora se buscan 
cada uno en su propio cielo y no se ven. 






*  *  *

 Mohamed abrió los ojos y vio una ciudad musulmana con un cielo blanco y una niebla a sus pies, rodeado de musulmanes que le sonreía, vio a su hermana Saar-rah muerta cuando era sólo una niña por la fiebre, estaba igual no había envejecido nada.

 ¾ Hola Moha, estás aquí, estupendo, no te debes de preocupar por haber muerto, aquí la gente es feliz y mira sigo igual de joven y guapa, no envejecemos una vez muertos. Le dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

¾Estupendo hermanita. Dijo distraído y mirando a su alrededor, pues lo último que había visto era a un sacerdote, soldados, el capitán Rodrigo Mendaba y unas llamas devorándole con fiereza¾Oye Saar-rah ¿Alá está aquí?Preguntó pues tenía un plan en mente.

¾Claro tonto¾Respondió su hermana riendo¾Sígueme.

Saar-rah cogió a su hermano de la mano y le llevo por aquella ciudad llena de mezquitas que inspiraba tranquilidad.


*  *  *


Cristina se despertó y se incorporó al levantarse vio que el suelo que pisaba era blanco y lo cubría una fina niebla, miró hacia los lados y no vio ningún Sol ni ningún cielo, sólo vio un fondo blanco y se vio en la entrada de una enorme ciudad en la que había unos portones de oro que se le abrieron a su paso, entró en ella y vislumbró una ciudad llena de iglesias preciosas, era una gran ciudad cristina. A su paso le salió un cura.

¾Hola muchacha veo que estás algo perdida, bienvenida al cielo, te enseñaré lo que quieras ver jovencita. La dijo con una amable sonrisa.

¾¿Donde está él? Preguntó con mucha excitación.

¾¿Dónde está quién? Musitó con extrañeza el cura.

¾¡¿Dónde está Moha, mi amor, mi vida y mi pasión?! Gritó Cristina con fiereza.

¾Ah no, aquí los Musulmanes no pueden estar, ellos están en su propio cielo.

¾¡No! No puede ser. Salió corriendo con las lágrimas en los ojos mientras el cura la gritaba desde la lejanía.

 No se lo podía imaginar, todo esto para nada, había aceptado de buen grado la muerte con el fin de ver a su amado, pero eso no era posible. Corrió sin descanso chocándose con todo el mundo hasta que se chocó con un hombre alto de pelo rubio y rizado y ojos azules con grandes alas.

¾¿Qué te pasa jovencita? Preguntó Gabriel.

¾¿Por qué un musulmán y un cristiano no se pueden ver? Dijo entre lágrimas Cristina.

¾Que pena, seguro que el gran jefe puede hacer algo, sígueme.

Juntos fueron por la ciudad hasta que un hombre muy guapo y joven les paró. Mediría 1’80, centímetro arriba centímetro abajo, era de conflexión fuerte su pelo negro como el hollín del infierno, liso hasta las puntas estaba con el flequillo peinado hacia un lado, pero sin llegar a tener raya, sus ojos azules eran como el mismo mar, ni muy oscuros ni muy claros, su físico embaucó en el momento a Cristina.  Llevaba un traje completamente negro. Mocasines negros, un par de calcetines negros, unos pantalones ligeros y negros, una camisa de seda negra, una corbata fina negra, su chaleco encima de la camisa negro también y por último una chaqueta negra como la noche misma, además llevaba un anillo de plata en su mano derecha con un símbolo extraño. Su perfume la embriagaba y la daba una sensación de poder confiar en esa persona.

¾¿Qué haces aquí Astaroth? Dijo Gabriel con claros rasgos de rabia en la cara.

¾Nada nada, ¿Es que no puedo visitar a mi yerno? Respondió Astaroth¾ Y de paso ver que le pasa a esta chica tan triste.



Astaroth
Ven hacia mí 
y déjame morar en ti, 
soy el deseo, 
lo oscuro que hay en ti. 

Compro tus sueños, 
por tu alma, tu Dios, ¿cuánto da?

Soy el que soy, 
el portador de luz…

Cristina al momento se vio embaucada por su voz y por su luz, ya había olvidado a Mohamed y donde estaba y se le acercaba para cogerle de la mano, pero en ese preciso instante Gabriel se interpuso entre los dos desplegando sus alas al máximo y haciendo retroceder a Astaroth le gritó.

¾¡Vete de aquí renegado de Dios! Y alzando su mano pegó un fogonazo que izo desaparecer a el demonio del cielo.

Otra vez tranquilos los dos, cristina preguntó.

¾¿Quién era ese?

¾El demonio Cristina, el demonio.

¾¿Seguimos nuestro camino querido Gabriel?

¾ Claro, sígueme.

Anduvieron unos diez minutos hasta legar a una catedral de tamaño colosal, entraron y Cristina vio que era preciosa, todo lleno de oro, grandes pinturas y frescos, olor a incienso, y al fondo un trono con un hombre barbudo y mirada apacible, vestido con una túnica blanca.

¾Ya sé lo que quieres Cristina y sí, es posible.

¾¡Estupendo, pues vamos rápido a verle!

¾No es tan fácil, yo no tengo poder en su cielo, lo que si puedo ofrecerte es llevarte a la frontera, me explico, la frontera es el cosmos, es decir te convertiré en una estrella y ahí podrás buscar a Mohamed en su cielo y hablarle para decirle que se convierta en otra estrella y así poder estar juntos en el cielo, en vuestro cielo.

¾Perfecto, pues hágalo ahora mismo. Respondió Cristina.

Dios levanto sus manos y poco a poco la fue transformando en estrella.

*  *  *

Mientras  Saar-rah llevó a Mohamed ante Alá en otro recinto igual que el de Dios y Alá era igual que Dios.

¾Ya sé lo que quieres Mohamed y sí, es posible.

¾¡Estupendo, pues vamos rápido a verla a Granada!

¾¿Quieres ir a Granada? Preguntó Alá extrañado¾Pensaba que querías ser una estrella.

¾¡No quiero ser una estrella! Quiero ir a Granada a verla.

¾Bueno, si insistes te enviaré a Granada, pero atento pues como ya estás muerto no podrás morir otra vez y sólo podrás regresar al cielo una vez hallas realizado tu cometido.

¾Estupendo, rápido envíame a la Tierra.

Alá le dio un fuerte empujón y apareció tirado en medio de la Alhambra. Mientras tanto Cristina ya era una estrella y no encontraba a su querido en el cielo musulmán, miró hacia abajo y vio a Mohamed corriendo por Granada.

¾Dios llévame a la Tierra de nuevo que ahí está mi amado.

¾Lo siento pero en la frontera no tengo poderes, sólo te podría enviar a la Tierra si estuvieses en mi cielo, pero ya no puedes regresar.

¾¡No! Amado mío, mira hacia arriba, mírame.Cristina sintió un gran vacío, pues ya no podría volver a estar con él.

Mientras Mohamed corría en dirección a casa de Cristina y cuando llegó subió a su cuarto por la ventana y no estaba allí, miró por toda la casa, no había nadie, miró en el mercado, miro en el Albaicín y nada, puso Granada patas arriba y no la halló.

Se encontró con Rodrigo Mendaba y este se extrañó, pues le había visto morir.

¾¡Brujo, hechicero!

¾Ahora no Don Rodrigo, debo encontrar a Cristina.

¾Pues como no la busques en el cementerio no la hallarás, pues yo la maté. Respondió entre risas Rodrigo¾Igual que como te volveré a matar a ti.

Desenvainando su espada atravesó a Mohamed por la altura del estomago, este retrocedió unos pasos con la espada clavada, le dolía muchísimo, pero no podía morir. Lleno de rabia por la confesión de el capitán se  sacó la espada de su vientre y pegando un grito la clavó en su cabeza dejándola incrustada a la altura del ojo.

Acto seguido salió corriendo hacia el cementerio donde buscó y buscó hasta que vio una pequeña lápida con el nombre de “Cristina Mendoza” No se lo podía creer, ella había muerto, sus piernas le temblaban y cayó de rodillas llorando, y ahora qué, tanto esfuerzo para nada, ahora tendría que vagar por siempre solo sin morir ni vivir.



Mohamed
¿Dónde estás? Mi amor, ¿dónde estás? 
Sin ti no puedo morir. 
Sin ti vagaré. 


A día de hoy aún sigue un alma en el paseo de los tristes vagando y en una noche de San Juan se la pudo escuchar decir:

Mohamed
Es mejor dejarte marchar. 
Señor, ¿dónde está mi amor?, devuélvemela. 
Señor, ¿dónde está? 
Señor, ¿dónde estás? 
¡¡¡Señor!!!

Leyde
Y desde entonces le acompaña 
una estrella que 
desde el cielo cuida de él. 
Si crees en Dios, crees en Alá, 
sé tolerante y menos rezar. 
Y acepta el credo 
y la sexualidad del que no es igual. 


¾Si yo soy muy abierta de mente, el que es cerrado y conservador es Javier a él le tendrías que decir eso. Dijo Laura entre risas.

¾Espero que te haya gustado el cuento, que pienses en esta historia cuando vayas a Granada y otro día te contaré el de Perséfone.



domingo, 19 de diciembre de 2010

DIARIO DESDE EL OLVIDO

19 de Diciembre de 2010

Día 12

Acabo de leer en tu blog tu triste día de ayer y me ha apenado mucho y me ha hecho ver las diferencias que hay en nuestras vidas pues ayer fue muy buen día para mí.

Quedar con mis amigos para ir a ver a Mägo de Oz en concierto, unas cervezas para rebajar tensiones, seguido de unos cigarros, buena música y muy buen ambiente. El concierto estuvo bien aunque Patricia estuvo mala y no pudo cantar, pero aún así tocaron Astaroth y las estrofas de Patricia la cantábamos el público. No tocaron “Hoy toca ser feliz” te la iba a grabar y dedicar…


Luego a Chechu le dio algo en medio del concierto, se mareo y hasta llegó a caerse. Entre Falcón y yo acompañados por Óscar y Gonzalo le sacamos a fuera donde le tomaron la tensión, le dimos agua y Gonzalo, Óscar y Falcón y yo estuvimos en la zona de atrás con él, pero lo seguimos pasando muy bien.
No veas lo que sudé y luego hacía frío y que bocatas hacían a la salida, de filetes, salchichas, chorizos…
Menos mal que fui en coche con mis amigos que si no me cogía un resfriado, hoy estoy afónico de tanto gritar, pero me defiendo bien.

Hoy mi día ha sido normalillo he jugado a la play y ya. No he hecho más cosas, pero si te cuento mi día de ayer es para resaltar la desigualdad de felicidad que nos separa, ojalá pudiese enviarte un poco por e-mail.
Sólo han pasado 12 días y ya no aguanto más, tengo ansia de verte, cada vez que me conecto al msn y veo que estás siempre te pincho y dejo abierta la ventana de conversación por si me hablas poder responderte lo más rápidamente posible. La única cosa buena de no hablarte es hacerme ilusiones de que me hablarás tú y así podré verte, porque sino ya te habría hablado hace mucho, espero que el tiempo se lleve esta ansiedad por ti, porque si no, no podré estar así tanto tiempo sin mi princesa de alta mar.

Buenas noches y duerme bien princesa de alta mar.






miércoles, 15 de diciembre de 2010

LA VENGANZA DE GAIA

LA VENGANZA DE GAIA: EL JUICIO DE ZAGAN Y LA REVELACIÓN DE LA VERDADERA LEYDE
Esto me lo contó un castor
En su gran mansión de las rozas llamada “Las Matas”  Zagan se ha acostado junto Leyde, su maltratada mujer, pero a eso de la noche oscura y fría Zagan se mueve temblando y sudoroso en su cama con horribles pesadillas. Inundémonos en sus malos sueños y así podemos observar lo que está viendo, él vislumbra el futuro que Gaia le tiene preparado a la humanidad, ve como Madrid arde y entre tanta destrucción y desolación Zagan logra ver a su mujer con una sonrisa diabólica dibujada en su rostro. Pero no parece su mujer, no parece humana, parece una diosa, parece Gaia…
El Castor me dijo:
Castor
Se despertó bañado en sudor 
Y un frío interno, le estremeció 
Se hizo la luz, y en su cama junto a él... 
¡¡Vio a esa mujer!! 

Cayó al suelo y se echó hacia atrás  entre truenos y luces fantasmagóricas. Pues esa diosa que vio en sus sueños estaba a su lado en donde debía estar su mujer.

Fue como aquel beso que no dio 
Como ese “Te Quiero” que negó 
Llego la hora de echar cuentas y el lloró


Gaia le dijo agallándose hasta él, mirándole con esos ojos azules sólo posibles de que los tuviera un ente sobrenatural, sólo posibles que los tenga Gaia.

Gaia
Tú representaras a todo ese horror 
Que enferma y mata el planeta 
Al condenarme 
Abortaste también tu perdón 

Yo soy el aire, la brisa y el mar 
Y el Amazonas que, herido... 
Sangra por vuestra ambición 
Yo soy parte de él 


Gaia le transportó a su niñez donde se vio plantando árboles y cuidando de un pájaro herido en un ala, con una inocencia que Zagan no llegaba a recordar.


Castor
Toda su vida ante el desfiló 
Vio su niñez, no se reconoció 
Su inocencia murió por su ambición 
¡¡La asesinó!! 


Mientras Gaia le decía con un ruido ensordecedor…

Gaia
Todo mal que me hagas, a ti te lo harás 
Pues la Tierra es tu hogar 
Y al igual que amar, también se castigar 
La venganza de Gaia tendrás 


Zagan se levantó y salió corriendo de su habitación para huir de su “esposa”, grandes raíces  emergían del suelo intentando agarrarle y hacerle tropezar, enredaderas trepaban por las paredes hasta el techo que se mezclaban con flores violetas que crecían boca abajo en el techo, un búho rompió una ventana delante de Zagan haciendo profundos cortes en su brazo derecho con el que se cubrió para no cortase la cara.
Detrás de él Gaia le sigue alzada entre en grandes y verdes raíces que la desplazan hasta él rápidamente. Zagan quiso bajar por las escaleras, pero al apoyarse en el pasamanos una gigantesca araña le asustó y tropezó cayendo rodando por las escaleras haciéndose un daño enorme hasta una charca al pie de estas que era tan profunda que no tocaba fondo y el agua turbia, triste y sola, dibujaba oscuridad y estaba gélida

Zagan
¿Qué es este mal sueño?
¿Por qué este gesto? 
¿Yo que te he hecho,
para merecerme esto?


Un gran cocodrilo al borde de la laguna se metió en ella y rápidamente en busca de tan suculento manjar. Zagan nadó con todas sus fuerzas hacia la orilla, el cocodrilo iba a una velocidad vertiginosa y él pensaba que no lograría salir a tiempo de escapar de aquellas potentes mandíbulas, logró salir segundos antes de que el enorme animal le capturase con sus potentes fauces. Siguió corriendo por un gran pasillo, se paró a un lado de su cabeza de rinoceronte blanco en peligro de extinción disecado porque oía un ruido extraño como unas pisadas lejanas pero potentes en ese momento la cabeza de rinoceronte se echó hacia adelante y un rinoceronte blanco entero salió de la pared seguido de una manada entera de animales pesados, elefantes, ñus, rinocerontes, hipopótamos…, destrozando el pasillo y obligando a Zagan a correr en dirección a la cocina. 
Mientras iba hacia esta, innumerables insectos asquerosos emergían del suelo para subirle por los pies y morderle llenándole de picaduras. Logró escapar de los insectos cuando pisó la cocina. Ahí vio la puerta que daba a su gran parcela y distinguió al guardia de seguridad.
¾ Señor, venga por aquí…agrhhh
No pudo ni terminar la frase cuando la rama de un gran árbol le penetraba por la nuca saliendo por su boca y con temblores, pues le había lesionado el sistema nervioso, y con los ojos inyectados en sangre y sangrando por estos y por la nariz, lo elevó en las alturas y a una distancia de tres pisos le dejo caer para que en ese instante una jauría de lobos sedientos de sangre y carne lo descuartizaban mientras lo devoraban.
<<Es imposible cruzar por aquí>> Pensó Zagan, así que se puso camino al salón <<Quizás pueda salir por la ventana>> Una bandada de murciélagos se le echó encima, pero consiguió llegar hasta el salón.

Cuando entró, la espesura cerró todas las puertas salvo una que es por la que entró Gaia cerrando así la única forma de huida. Gaia descendió rápida pero suavemente de las raíces que la trasportaban y tras esto el salón cobró luminosidad y se convirtió en cuestión de segundos en una sala de juicios.

Castor
Aparecieron en su mansión 
Un ciervo anciano y un halcón, 
Un bosque quemado y un sauce llorón



Se posicionaron a la izquierda de Zagan mientras que Gaia decía a la vez que aparecían…


Gaia
Esto un juicio y este el tribunal 
Que ha de condenar tu usura 
El ozono es el fiscal y una ballena el juez. 

Un río contaminado en pie 
Hace pasar al jurado 
Formado por la justicia, el amor 
Y algún pez. 

El ozono se situó en la mesa de la derecha a Zagan, la ballena enfrente de este y el jurado al fondo a la derecha. Todos rodearon a Zagan y le decían una y otra vez mientras este se tapaba los oídos pues aquellas palabras  eran como un martillo golpeando su cabeza. Le resultaba una tortura escuchar eso.

Todos
Todo mal que me hagas, a ti te lo harás 
Pues la Tierra es tu hogar 
Y al igual que amar, también se castigar 
La venganza de Gaia tendrás. 

A todo esto su antigua mujer humana le cogió de la mano y le transporta a sus vacaciones en Canadá en la Península del Labrador en una primavera del 2005. Se vio golpeando a una foca de doce días de vida que ni siquiera ha comenzado a comer alimentos sólidos ni ha tomado su primer baño en el mar. Literalmente, no tiene ninguna escapatoria contra los “cazadores”, luego se vio a si mismo despellejando a la foca aun viva y consciente y logró vislumbrar en sus ojos el horror y el dolor de lo que estaba padeciendo le terminó de quitar la piel y con una sonrisa por su trofeo se marchó en su moto de nieve, mientras otra foca se le acerca a el cadáver desangrado de su amor.
A esto Gaia le dice:
Gaia
Busca una foca a su amor y ve 
Que lo acaban de asesinar 
Ha muerto a golpes de sin razón 
Solo querían su piel 

Y no entiende por qué, si ellos tienen piel 
Matan por otra tener 
Le intenta despertar, pues va a amanecer 
Y han quedado en ver salir el sol 


A lo que Zagan empieza a llorar desolado no solo por la foca sino por todo su mal, por su destrucción de los bosques y los animales, por burlarse de Gaia, por todo. Por fin comprende el daño que ha hecho a la naturaleza.
Cuando se quiere dar cuenta de nuevo está en el juicio de su casa y le regala una mirada de miedo a su “esposa” a lo que ella le devuelve con una de odio y con una sentencia.

Gaia
Has de pagar y este tribunal 
Te condena a un árbol ser 
Y cuando tengas sed, sólo de beber 
Lluvia ácida tú tendrás 


Zagan se levantó asustado y cada vez se movía más lento y rígidamente, se miró los pies y vio que sus dedos  se trasformaban en raíces alargadas que se incrustaban en el suelo, a base de tirar y tirar logró sacar su pie derecho del suelo pero las raíces se alargaron de nuevo y se volvieron a plantar en el suelo del salón.
Ya no puede volver a caminar por las praderas
Vio que sus rodillas se arrugaban y se agrietaban secándose y cambiando de color a un marrón oscuro tirando a negro.


Ya no puede volver a flexionarse para coger flores.


También empezaron a ramificarse sus dedos en ramas negras, retorcidas y sin hojas. Alzó sus brazos por encima de su cabeza y estos se le petrificaron.


Ya no puede volver a abrazar a su amor sincero.


La maldición siguió extendiéndose por su torso y mientras llegaba a la cabeza unas gotas de lluvia ácida le cayeron en la mejilla quemándole. La corteza del árbol entró por su boca, orejas, nariz y ojos. Así completando la cruel y justa metamorfosis.


Ya no puede volver a decir “te quiero”


Ya no puede volver a escuchar el canto de un río.


Ya no puede volver a oler las flores en primavera.


Ya no puede volver a contemplar la belleza de Gaia.

                                                                 
Ahora es parte de Gaia.



Gaia
Y la foca lloró, pues vio que su amor 
De nuevo tenía piel 
Y el sol se despertó y corrieron a ver 
Un nuevo amanecer... 

Castor
¡¡Y el mar sonrió!! 
Cuentan que tras una tormenta ayer 
El viento derribó a un árbol que su tronco, de casa sirvió a un castor.


Gaia hizo construir una tabla con una inscripción en ella.


EL ÁRBOL DE LA NOCHE TRISTE
Hoy la soberbia hizo violar tu valor 
Y la avaricia lamió tu deshonor
 
Cuanto duele sentir 
Que uno está perdido 
Que la amargura se folló a tu destino 
Quítale la ropa interior al dolor 
Desnúdate Cortés y dime ¿qué ves? 
¿Dime que ves? 

Se excita la venganza al ver la erección 
Que te produce la idea de otra invasión 
Creíste tener el mundo a tus pies 
Y lloras tu derrota lamiéndote 

Recuerda lo que aquí un día perdiste 
Yo soy el Árbol de la Noche Triste 

Sé que tu llanto servirá 
Sin ataduras 
Para no esclavizar jamás 
A la natura
 
Llora un quetzal y al tiempo 
Rugen lo ríos y el viento 
A un colibrí ordena ¡Vete a buscar! 

Donde Gaia se esconde 
Que ordene al horizonte 
Que eyacule un volcán.






MARIPOSA DE OTOÑO

La mariposa volotea
y arde --con el sol-- a veces.

Mancha volante y llamarada,
ahora se queda parada
sobre una hoja que la mece.

Me decían: --No tienes nada
No estás enfermo. Te parece.

Yo tampoco decía nada.
Y pasó el tiempo de las mieses.

Hoy una mano de congoja
llena de otoño el horizonte
Y hasta de mi alma caen hojas.

Me decían: --No tienes nada.
No estás enfermo. Te parece.

Era la hora de las espigas.
el sol, ahora,
convalece.

Todo se va en la vida, amigos.
Se va o perece.

Se va la mano que te induce.
Se va o perece.

Se va la rosa que desastes.
También la boca que te bese.

El agua, la sombra y el vaso.
Se va o perece.

Pasó la hora de las espigas.
El sol, ahora, convalece.

Su lengua tibia me rodea.
También me dice: --Te parece.

La mariposa volotea,
revolotea,
y desaparece. 



domingo, 12 de diciembre de 2010

ASTAROTH



ASTAROTH

Y Leyde se acostó como todas las noches en su cama, la oscuridad era la decoración en ese momento de su alcoba. Su pelo castaño apoyado contra su almohada mientras sus ojos azules se clavaban en el infinito de las tinieblas de su cuarto, su crucifijo de su amado dios cristiano yacía en su pecho sujeto a una cadena de oro que se deslizaba por su estilizado cuello, ese crucifijo diana de tantos rezos y suplicas, de deseos sin conseguir y sueños incompletos. Sobre todo de su mayor sueño, poder enamorarse y embaucarse de un hombre.

Ella se sentía vacía pues aunque la hubiesen educado en un colegio del Opus, se preguntaba porque su dios no le hacía caso, ¿Acaso se había olvidado de ella?, ¿Acaso entre tantos quehaceres del universo ella era tan insignificante que no se percataba de su existencia? Normal ya que Leyde no destacaba en nada era la chica normal del montón, ese tipo de chicas que si un día desapareciesen nadie se daría cuenta, Leyde es ese tipo de chicas.

Pensando todo esto Leyde se rindió al sueño para divagar con sus deseos, esos que quería conseguir, pero que jamás hallaba. Nada más cerrar los ojos, el cuarto se llenó de una luz blanca, preciosa y cegadora  que la sobresaltó levantándose de su cama e impidiéndola ver nada cayó al suelo, al irse la luz tardó en recuperar su vista normal y cuando lo hizo vislumbró un fuerte haz de luz a través del marco de su puerta.
Ella dudó, pues tenía miedo de lo que la pudiese aguardar, pero su curiosidad era más fuerte que su temor, así que abrió la puerta y se sorprendió de que el pasillo estaba a oscuras, pero se percató de que en el fondo de este pasillo había una puerta que jamás vio antes pues antes había solo el nombre de “Astaroth” grabado en la pared del pasillo pero ahora en su lugar había una puerta que radiaba luz propia.

¾ ¿Cómo era posible todo eso?­­¾ se preguntó fruñendo el entrecejo.





Salió de su cuarto, sentía frío ya que sólo llevaba un fino top azul claro y unas bragas rojas. Acercándose despacio y con cautela a la puerta vio que por los lados del pasillo se deprendía una niebla fantasmagórica y tenía la sensación de que los cuadros la observaban y perseguían con la mirada. Llegó hasta la puerta y se detuvo ante ella. Era una puerta enorme de roble de color marrón con símbolos en los márgenes, le llamó la atención ver en el margen entre los demás símbolos ese corazón con la espiral, el “CO-RAZÓN” aunque el símbolo que más le llamó la atención fue el que estaba en el centro, más grande que los demás era la estrella satánica, pero con unas líneas que atravesaban sus puntas de abajo a arriba, con otras saliendo de su mitad y en las puntas tres puntos negros formaban un pequeño triangulo, todo eso rodeado de un circulo en el que se leía “Astaroth” . Pero todo eso no la asustaba y pensó en lo que le dijo Enrique<<Una retirada a tiempo es siempre una derrota>>Así que haciendo caso de esas palabras puso su mano en el picaporte de esa gran puerta de roble y lo giró provocando que esta se abriese.

Se vio dentro de un castillo en una habitación enorme de piedra, pero muy bien iluminada con grandes candelabros de fuego y por lo tanto cálida y acogedora y a su alrededor grandes espejos con el mismo marco que el de la puerta situados de forma circular a una distancia de 2 metros entre sí,  empezaban a la derecha de la puerta y terminaban a la izquierda de esta cerrando así el círculo, ella se sorprendió porque había bastantes espejos, ya que era un círculo grande y en su centro la estrella de Astaroth de un metro de radio se introducía en forma de surcos ásperos en la roca del suelo del castillo.

Leyde se acercó al centro y cuando se colocó encima de la estrella, del espejo que tenía  a su izquierda salió un hombre muy guapo y joven mediría 1’80, centímetro arriba centímetro abajo, era de conflexión fuerte su pelo negro como el hollín del infierno, liso hasta las puntas estaba con el flequillo peinado hacia un lado, pero sin llegar a tener raya, sus ojos azules eran como el mismo mar, ni muy oscuros ni muy claros, su físico embaucó en el momento a Leyde.  Llevaba un traje completamente negro. Mocasines negros, un par de calcetines negros, unos pantalones ligeros y negros, una camisa de seda negra, una corbata fina negra, su chaleco encima de la camisa negro también y por último una chaqueta negra como la noche misma, además llevaba un anillo de plata en su mano derecha con el símbolo del suelo. Su perfume la embriagaba y la daba una sensación de poder confiar en esa persona que la atraía
Ese hombre se colocó delante de ella y la dijo:

Astaroth
De la noche de los tiempos 
de tu oscuridad, 
he regresado a buscar 
un don para la humanidad. 

Y no pronuncias mi nombre 
aunque bien sabes quién soy, 
de tu soberbia y tu odio 
el reflejo alimentado soy…



Acercándose a Leyde sin querer la rozó el crucifijo y le quemó, se vislumbraba una ira dentro de Astaroth cuando sus ojos se pusieron rojos como la misma sangre durante un segundo escaso, pero suficiente para que ella se asustase de aquel hombre que inspiraba, confianza y seguridad. Pero al instante cuando volvió a recuperar sus ojos azules Leyde ya se sentía otra vez a gusto, pues aquel hombre tan guapo la tenía seducida. Por eso cuando Astaroth la tendió la mano ella aceptó sin dudar y cogidos de la mano fueron hasta el espejo que tenían más lejos, es decir el que estaba justo enfrente de la puerta y mientras caminaban Leyde pudo observar que cuando pasaban por algún otro espejo en el reflejo se veía a ella tal y como era, pero a él se le veía como un monstruo mitad sombra mitad lagarto negro con los mismos ojos rojos como fuego que había presenciado en las pupilas de Astaroth sus alas negras desprendían sombra, sus garras largas y unos colmillos escalofriantes, pero le volvió a mirar a él y a sus ojos ahora marrones otoñales  y se sintió tranquila, no sabía porque, pero aquel monstruo que veía reflejado en los espejos por los que pasaban no le daba miedo porque en el fondo sabía que era Astaroth y ella confiaba ciegamente en él. Cuando llegaron al espejo Leyde estaba delante y detrás Astaroth, sujetándola suavemente de los hombros.


Astaroth
Soy el eco de tu ira, 
el espejo en que 
tu avaricia se refleja 
y me da poder. 

Fluyo a través de las vidas 
que no consiguen saber 
dónde encontrar la salida 
que abre la puerta del mal y del bien. 

Leyde
El no escucha, mas si vos
Los libros te pintan, su terror
Que fría es la vida junto a Dios
Que cálida es tu palabra, mi señor

Leyde ya estaba completamente entregada al renegado de su dios llamado Astaroth así que él dio su último paso que tantas veces había dado y dijo:

Astaroth
Ven hacia mí 
y déjame morar en ti, 
soy el deseo, 
lo oscuro que hay en ti. 

Compro tus sueños, 
por tu alma, tu Dios, ¿cuánto da?

Soy el que soy, 
el portador de luz…

Al pronunciar “el portador de luz…” Astaroth con su mano derecha escribió “Lucifer”  en el aire y como Leyde sabía la lengua divina por las enseñanzas de su colegio, supo que significaba del latín lux [‘luz’] y fero [‘llevar’]: portador de luz.

Ella totalmente embaucada dijo:

Leyde
Cubra tu manto 
mi luz y mi amor, 
suave es el óbito 
y dulce este dolor. 

Tómame y el viento 
hará una canción 
con el fuego eterno 
que sellará nuestra unión 

Astaroth hizo aparecer un cáliz al que lo identificó como “El Santo Grial” y cortándose con su uña las venas de la muñeca derecha volcó la sangre en la copa hasta que vio que había suficiente cantidad de su sangre, aparató la muñeca y la herida cerró al instante y dejando el cáliz en suspensión en el aire lentamente fue hasta las manos de Leyde mientras decía:


Astaroth
Toma mi sangre 
mézclala, bébela, 
quémala, arde en la llama, 
pues sólo así podrás adorarme. 

Y haz lo que digo porque esta 
es la ley. No me creas, 
experimenta. Bebe, 
pues no hay…
No hay otro medio.

Leyde empezó a beber del Grial lentamente y Astaroth sin paciencia la empujó la copa, para que bebiese más rápido y una gota de sangre se deslizó por la comisura de su boca hasta la barbilla de Leyde. En ese momento los ojos de Leyde se volvieron de un color rojo rubí ensangrentado con un aire fantasmagórico y eso duró durante unos segundos. Leyde sintió un calor dentro de ella que la llenaba de tal manera que la hacía sentir viva, sentía ese amor que anhelaba, ese amor hacia Astaroth.

 Cuando terminó de beber el cáliz desapareció. Astaroth se acercó y cuando estuvo a escasos centímetros de ella, lamió la gota de sangre subiendo hasta su boca, besándola desenfrenadamente en esa desesperada lucha de encontrar la lengua del otro, tras unos minutos así hasta que él se separó lentamente y la cogió de la mano y la guió hasta el espejo, que se convirtió el cristal en plata líquida para entrar sin problemas, pero cuando Leyde llegó al portal el crucifijo de esta la impedía pasar a lo que Astaroth se volvió y Leyde pudo percibir otra vez esa mirada de odio con los ojos rojos durante un momento posando su mano a unos centímetros de distancia del crucifijo, Astaroth la abrió todo lo que pudo y una aureola roja le rodeaba la mano y con un giro de muñeca lanzó el crucifijo lejos rompiendo la cadena de oro de Leyde, luego entraron juntos por el espejo.
Leyde se sorprendió porque no había pasado como cuando cruzó la puerta que se había transportado a otro lugar, simplemente estaban al otro lado del espejo, si asomaba la cabeza por un lado podía ver la puerta al fondo.

Ahí dieron rienda suelta a la pasión y la lujuria besándose como si fuese la última vez, como si sus lenguas fuesen luceros del alba en un campo de tenebrosas tinieblas. Astaroth empezó a desnudar lentamente a Leyde, pero tardó poco ya que el pijama de Leyde solo constaba de un pequeño top y unas braguitas, cuando terminó de desnudarla, ella también intentó quitarle la ropa a Astaroth, pero él no la dejó.

Astaroth
Príncipe de la dulce pena soy
y mi sangre alimenta tu ser,
la lujuria de mis alas roza tus pechos
y araña tu piel,

bebe, embriaga tus vicios,
decide, orgasmos o amor,
la única iglesia que ilumina es la que arde,
el nazareno duerme su cruz.


Leyde
Oh señor rey de la tristeza,
ángel del dulce dolor,
bebe la hiel de mi boca,
blasfema, ven y hazme el amor.

Leyde estaba tan excitada y mojada que no escuchaba el tenue sonido a metales oxidados que rezumbaba en la habitación y siguió besando  al portador de luz y gimiendo de placer, hasta que se percató de que algo frío la rodeaba con fuerza de los tobillos y las muñecas y obligándola a ponerse de rodillas se dio cuenta que estaba encadenada al espejo. Ella no entendía que pasaba, ¿Que estaba haciendo Astaroth?


Poco a poco Astaroth se fue transformando en aquel terrorífico lagarto de sombra y miedo, arañaba a Leyde con sus prominentes garras en la cara y el torso y luego con su lengua bípeda de serpiente la lamía de arriba abajo. Leyde no cesaba de llorar, pues se había enamorado y dejado seducir de un monstruo que ahora la estaba lamiendo mientras estaba desnuda y encadenada, ya no sentía ese calor embriagador que tanto la había llenado ahora sentía un frío estremecedor. Miró a los lados y vio que había más chicas en la misma situación que ella, cada una detrás de un espejo, tenían la mirada vacía, porque ya habían perdido la fe en escapar de esa prisión de acero, espejo y dolor. Se sentía destrozada ¿Qué iba a ser de ella?
¿Qué había hecho para merecérselo?  Pensaba que nada podía empeorar, pero se equivocaba.


A todo esto se escuchó de fondo como alguien giraba el picaporte de la puerta de roble, entró una chica rubia, más joven que Leyde y mucho más pura e inocente.

Leyde
Senia, hermana
Huye de aquí
Sal, corre
Si quieres vivir

Senia no la podía escuchar, se había desvelado y una luz la guió hasta esa puerta, donde entró, pero ella no, ella era muy joven para acabar así. El monstruo se transformo otra vez en aquel apuesto hombre, pero esta vez con los ojos verdes grisáceos y miraba a Leyde con una mirada maliciosa y burlona. En cuanto Senia pisó el símbolo Astaroth cruzó el umbral del espejo y apareció delante de ella. Leyde no cesaba de gritarla, pero aunque estuviese a escasos metros de ella Senia no la podía oír.

Astaroth sabía perfectamente lo que debía hacer y así lo hizo:

Astaroth
Ven hacia mí 
y déjame morar en ti, 
soy el deseo, 
lo oscuro que hay en ti. 

Compro tus sueños, 
por tu alma, tu Dios, ¿cuánto da?. 

Soy el que soy, 
el portador de luz… 

Mientras Astaroth dibujaba “Lucifer” en el aire con tinta de luz.

En ese momento Leyde liberó tal grito de desesperación, que aunque Senia no la podía escuchar percibió algo, su vínculo con su hermana era tan fuerte que ponía a prueba los embrujos de Astaroth y dio unos pasos atrás apretando su rosario de cuencas que llevaba en la mano. Él se percató de lo que sucedía, así que se esforzó en aumentar su barrera mágica y en usar su lengua para embaucarla diciendo:

Astaroth
Represento la promiscuidad,
de las almas que enferman de paz
me presento, soy la libertad,
de tu cuerpo y no cobro con fe.

Y ahora dime cuánto vale tu alma,
y ahora pide dinero o placer,
sueñas con curar el cáncer,
el sida fue cosa de Yahvé.


Senia dudaba porque aquel hombre parecía tan inofensivo y bueno, que debía confiar en él. Astaroth percatándose de eso y usando su magia rompió el rosario de Senia y para que esta no se asustase la dijo:

Astaroth
He bajado hasta tu infierno, 
y a tus miedos pregunté 
¿Dónde viven los fracasos? 
Yo te ayudaré.

He subido hasta su cielo, 
su Dios no me recibió, 
a su derecha está mi yerno 
Gabriel no me reconoció

He visto Roma caer, 
y a Egipto morir, 
y a Jesús de Nazaret, 
expirar sin saber 

que en su nombre iba a nacer 
una secta de poder, 
traficantes de ilusión, 
mercaderes de almas rotas. 

¿Por qué es sorda la fe? 
¿Y ciego el que cree? 
¿Sabe un rezo besar? 
¿Cuánto cobra el celibato? 

Ahí  Senia se embaucó de Astaroth porque aquellas palabras hacían temblar los pilares de su fuerte creencia religiosa. Astaroth muy listo supo que ese era el momento y dijo:

Astaroth
Ven hacia mí 
y déjame morar en ti, 
soy el deseo, 
lo oscuro que hay en ti. 

Compro tus sueños, 
por tu alma, tu Dios, ¡¿cuánto da?! 

Soy el que soy, 
el portador de luz......................


En ese momento Astaroth desprendió una luz cegadora y cálida, como la que se había encontrado Leyde en su cuarto y llenó de calor la sala, cuando la sala volvió a su estado normal de  las manos de Astaroth salió una estrella que se la dio a Senia y luego le ofreció su mano que ella aceptó sin dudar y se la llevó lentamente a otro espejo vacío justo antes de entrar los ojos de Astaroth eran rojos como las mismas llamas de infierno y su sonrisa maquiavélica y siniestra.


Y esa es la historia de Astaroth, el que acecha a las flacas de espíritu para coleccionarlas a cambio de falsas promesas que cumplan sus sueños.      



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