miércoles, 7 de marzo de 2012

CUANDO SEA SERÁ

CUANDO SEA SERÁ
Cuando intentes en vano sacar la cabeza fuera del mar undoso.
Cuando gotas de sangre tracen lineas de furia en tus manos.
Cuando nadie oiga tus gritos ahogados en áspero dolor.
Cuando el sudor corroa tu blanca tez de porcelana fina.
Cuando seas yantar de la oscuridad que roe tu razón.
Cuando tus dientes formen esquirlas por el miedo.
Cuando el azur no de cielo ni el iris los cambios.
Cuando tus gotas de crisol estén en extinción.
Cuando la lluvia gris te agujeré las entrañas.
Cuando la narcosis sea de congoja eterna.
Cuando el infinito yazca en la desolación.
Cuando comulgues con negra envidia.
Cuando el elefante coma a la pitón.
Cuando tus ojos sean iracundos.
Cuando morir no sea la solución.
Cuando la soledad sean dos.
Cuando no veas ni al amor.
Cuando sea el FINAL.
Cuando diga adiós.
Cuando muera.
Cuando...

Cuando sea Tarde...

martes, 6 de marzo de 2012

EN CLAVE DE Z ( I )

Que lenta que era, tardaba una eternidad en bajar a su portal, yo ya tenía arrugas y mi pelo era ya de plata como la Luna lunera de Lorca y de nieve como la persona que ahora mismo estoy pensando. Cuando me senté en ese banco a esperarla vi pasar a un niño, ahora aún seguía esperándola y le vi pasar tras muchos años. Le vi pasar a tres patas-Una de ella de ébano, claro está- carcomido por el tiempo. Llevaba ya un infinito de Otoños apostado sobre ese banco esperándola y ella no bajaba.
Había escuchado en la lejanía que el viento le dijo a la mariposa que el árbol le dijo que entre las hormigas comentaban por culpa del caracol, que cuando tomaba el Sol tras la lluvia este siempre le susurraba por los ojos lo que veía desde arriba, que me llamaban el Guardián del la Puerta de Luz. Tras tantos años apostado frente a ese portón ese fue mi apodo, el apodo sólo pronunciable en la lengua de Gaia.
Decidí limpiarme las telarañas y sacudirme el polvo de los años viajeros, una vez limpio saqué mi reloj de arena y vi que solamente habían pasado dos minutos de mi vida.
No podía ser, tenía tantas ganas de verla que cada segundo era un año y ya habían huido 120 segundos. De repente, tras 120 años sonó un mecanismo de bisagras y cerraduras desde la Puerta de Luz, con un sonido de metal pesado se abrió lentamente y de ella escapó una fuerte luz que inundó todo el planeta cegándome por completo, yo me tapaba los ojos con mis manos, mas eso era inútilmente inútil dada a la intensidad de la luminiscencia. Notaba como los ojos se me habían quemado, pero curiosamente no me dolían para nada, al revés me sentía fuerte y lleno de energía. Me sentía joven de nuevo y en efecto, cuando recuperé la visión pude ver mis manos firmes y sin temblores, me las pasé por la cara y notaba mi tez lisa como antaño. Hubiera estado otro centenario de años palpándome sorprendido de no ser de que otra mano aún más suave me tocó en ese preciso instante en que poco a poco volvía a recuperar la vista, y poco a poco la luz fue dejando paso a su dulce cara sonriéndome, eso si que era luz, esa sonrisa si que iluminaba el mundo y como consecuencia de esa sonrisa no hizo frío aquel Sábado 21 de Ξnero del 2012 -21, que casualidad, mi número preferido- Se acercó y me besó con dulzura, cuando despegó sus rosas de mis labios dijo.

-¿Qué tal Héroe -Me dijo con esa voz de terciopelo.

-Ahora mismo perfecto.

-¿Por qué

-Coño, acabo de besarte, preciosa. ¿Tú que tal estás?

-Ahora mismo perfecta.

-¿Por qué?

-Coño, acabo de besarte, precioso-Me contestó con voz burlona.

-Vamos, par de color, vamos a cambiar mi identidad. Aquí la llevo en una bolsa de la tienda. La dije mientras la enseñaba mi identidad de estas Navidades. Muy italiana, típica de verano romano de museos en una Vespa. No podía evitar fijarme en ella, en todo, en como su melena intentaba escapar al vuelo de su caminar, de como su caminar era rápido y sutil, como si rozase el suelo con sus pies, de como sus pies llevaban las zapatillas con colores, de como los colores de su abrigo hacían honor a su nombre, de como su nombre me inspiraba una sonrisa y de como su sonrisa me inspira a escribir estas líneas.

-Ξs aquí, entremos.

-Mola,¿Aquí venden pantuflas de oso?

-No aquí no es-contesté con una sonrisa-Buenas, quisiera cambiar mi identidad.-Me dirigí al dependiente de la tienda de identidades.

-Por supuesto, escoge la que desees, tenemos de todo tipo. Parece que bienes muy bien acompañado-me dirigió una sonrisa y luego otra a ella.

-Claro que sí, a ver, pequeña,¿Cuál es tu preferida?

-No te vendría mal ser a lo Tarantino, pistolero americano y a la vez irónico. Todo eso mezclado con altas dosis de sangre y genialidad. Mira, esta es perfecta para ti.

-Me alcanzó una personalidad roja intensa como la sangre en ebullición en la que se podía ver clarísimamente el estilo a lo Reservoir dogs. Me la puse al instante y me sentí uno más de ellos. Salí de la tienda y me despedí del empleado con un "Adiós señor Rosa" a lo que el nos despidió con un "Adiós señor Blanco y adiós señorita verd...roj...amar...blanc...rosa..., adiós señorita de color" Terminó titubeando ante todos los colores que soltaba Doña Aerosol.

-Vamos a verla, a quien nos presentó hace más de un año- Me dijo ella y sin poder mediar palabra me cogió de la mano y me arrastró por las calles de Madrid hasta su puesto, hasta el puesto de la Iloy. Ξlla estaba allí, donde siempre y como siempre. Desde que la conocí estaba allí vendiendo sortilegios que no se encuentran en tiendas normales. Algunos objetos eran prohibidos, otros estaban mal vistos y otros simplemente eran.

Las más Vistas, pero no las Mejores