Recorro las calles una a una, como una sombra, casi tan sinuoso como el viento. Y la hablo. ¿A quién? Ni siquiera sé su color preferido.
-No lo sé, preciosa. A mí me has encantado y querré saber si existes.
-¿Y si no existo?
-Correré el riesgo.
-Mmmmm ¿Y si no existes tú?
-¿Correrás el riesgo?
-Definitivamente sí.
¿Sabes? Últimamente se me olvida que es invierno.
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