miércoles, 13 de abril de 2011



No sé cómo empezar, no tengo nada en mente, bueno, miento y lo sabes, preciosa. Te tengo en mente a ti, todos los fríos días de la jornada, menos tu día, ya que ese día te veo. Te quiero besar.

Aún recuerdo el 8, mas lo recuerdo borroso, no sé si lo soñé o lo viví, lo habré vivido en sueños pues el cielo no está en la Tierra, y por lo tanto tu cama tampoco está en ella. No dejo de recordarte ni recordarlo. El momento, el segundo, el instante, cuando el segundero se paró y las uñas se clavaron en la carne desnuda como los sentimientos de amor (No sé si llamarlo así) al corazón antes desesperado, ahora con la espiral más cerca de sí misma. Cuando se está frente a frente y el instinto florece (Normal, estamos en Primavera) Cuando el pudor se queda en el hall del hogar y cuando al salir de este necesité 1000 besos de despedida y uno de animal pasional. Te agarré entre mis garras, pero me tuve que ir. Las represalias son duras o cansinas, depende del punto de vista del cazador y la presa, o del cazador cazado que se pregunta.

-¿Qué hicimos mal, preciosa?
-No sé, dímelo tú.
-Si pregunto será porque no hallo la respuesta.
-O porque no quieres hallarla. Tranquilo, eres principiante.

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