miércoles, 26 de enero de 2011

BENDECIDA: CAPÍTULO I

CAPÍTULO I
COSIDOS A PREGUNTAS

Leonardo caminaba por la desolada calle esposado, rodeado de niebla, miraba sin cesar su viejo reloj de bolsillo, su pelo negro ahora largo le tapaba parte de sus ojos marrones vestido con su antiguo pantalón de uniforme de general y su camisa blanca hecha girones, en una mano llevaba una foto antigua donde salía él con una chica y un bebé. Iba seguido de dos soldados vestido con el uniforme de los vorsovitas y sus fusiles. El iba inmerso en sus pensamientos de crueldad y dolor hasta que un grito del soldado más alto le sacó de su mundo. Le mandaron pararse y darse la vuelta, Leonardo les miraba a los soldados con una sonrisa sarcástica antes de que uno gritase.

- Puto Darkne date la vuelta y mira al bando vencedor.

-La voracidad primero, después la ostentación.

-¿Qué cojones dices?

-Idiotas de vorsovitas-Leonardo giró la cabeza con indiferencia.

-¿Por qué vuestro régimen se ha dedicado a asesinar a tanta gente?-Preguntó un soldado-Desde la época nazi no había surgido un régimen tan sádico como lo es el Darkne.

-Porque era necesario, no sabéis nada.

-¿Dónde está vuestra conciencia?¿Cómo pudisteis?

Leonardo volvió a mirar su reloj y dijo.

-¿Me fusiláis o no me fusiláis? Porque tengo mucho que hacer.


Un soldado levantó su arma y dijo.


- Me das asco te mataré ahora mismo puto genocida.

-¡No sabéis nada! Leonardo levantó su brazo derecho imitando el saludo nazi

-¡Fuego! Respondieron los soldados y dispararon sus armas contra el pecho de Leonardo, los impactos de fusil le atravesaron el pecho tirándoles hacia atrás y haciéndole caer en una fosa común llena de cadáveres de la facción Darkne.

Su cadáver perduró en la fosa durante tres días y tres noches, al cuarto resucitó, se levantó mugriento y anduvo por una ciudad destruida y cubierta de una densa niebla que apenas le dejaba ver más allá de sus narices. Se sentía como en casa.


Leonardo era inmortal y no envejecía, pero desde hace un par de siglos más o menos todas las noches recordaba su pasado en los lagos de Pokhara, esos recuerdos le venían a la mente fugazmente pero eran una intensa corriente eléctrica que le producía tal dolor que a veces deseaba estar muerto.



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