EL PASEO DE LOS TRISTES
Laura estaba en “Las Matas” junto a Leyde tomando un café por la mañana mientras Zagan y Javier habían salido a cazar. Se encontraban en el amplio salón lleno de los trofeos de caza de Zagan, esos mismos trofeos que estremecían a Leyde, pues ver la pared llena de cabezas disecadas no le agradaba para nada a todo esto Laura dice.
¾ ¿Sabes que este verano Javier y yo nos iremos de veraneo a Granada?
¾No lo sabía ¡Enhorabuena! Pues Granada es una ciudad preciosa
¾Me muero de ganas por visitar la Alambra, el Paseo de los tristes…
¾Laura ¿Conoces la leyenda del paseo de los tristes? La leyenda de Mohamed y Cristina.
¾Pues no tengo ni la más remota idea de lo que me quieres decir, pero cuenta, cuenta.
Leyde
En el paseo de los tristes
hay un alma que
llora en las noches de San Juan.
La Luna insiste
en afirmar que pena por amor,
que es fruto de una maldición.
hay un alma que
llora en las noches de San Juan.
La Luna insiste
en afirmar que pena por amor,
que es fruto de una maldición.
¾¿Por qué diantres ese alma no puede descansar en paz? ¾Dijo Laura asombrada
¾Fue hace mucho Laura, fue en tiempos del Medievo y de los pactos con dioses.
Leyde
La Alhambra recuerda que allí
les contemplaba sonreír,
y al alba se amaban,
Granada se ruborizaba al ver su amor.
les contemplaba sonreír,
y al alba se amaban,
Granada se ruborizaba al ver su amor.
¾¿Por ser feliz no puede descansar en paz su alma? ¾Insistió con sus preguntas Laura
¾No siempre el amor es un valle de rosas, muchas veces lo es de lágrimas, de hogueras y de espinas.
Se amaban en secreto pues era un amor prohibido, pero el padre de Cristina sospechaba de las salidas a escondidas de su hija y un día la siguió, que ingrata sorpresa se llevó cuando la vio amando a un musulmán.
Leyde
Fueron muriendo así los días pero algo ocurrió,
la religión los separó.
Ella era hija de un cristiano
y él de un musulmán,
La inquisición lo ejecutó.
la religión los separó.
Ella era hija de un cristiano
y él de un musulmán,
La inquisición lo ejecutó.
¾Fue ejecutado en la hoguera y en el momento en el que el fuego hacía su oficio sus gritos de dolor se pudieron oír en toda Granada¾musitó con rabia Leyde¾Cristina no aguantaba vivir sin su amor y llegó a la conclusión de que sólo en el cielo se verían y decidió poner fin a su vida, pero no se podía suicidar pues si no, no iría al cielo, donde estaba Mohamed.
En el barrio del Albaicín se encontraba el capitán del brazo armado de la Inquisición el señor Rodrigo Mendaba , el hombre que había mandado arrestar a su amado por orden de su padre, llena de ira se le echó encima con un cuchillo Mendaba rápidamente la esquivó, desenvainó su espada y la mató. Cristina estaba feliz pues al fin estaría con él.
¾Pero algo no iba bien, Laura, ¿Tú crees que un cristiano y un musulmán comparten el mismo cielo?
¾mmm no sé
Leyde
El Albaicín se estremeció,
y con su sueño ella murió.
Y ahora se buscan
cada uno en su propio cielo y no se ven.
y con su sueño ella murió.
Y ahora se buscan
cada uno en su propio cielo y no se ven.
* * *
Mohamed abrió los ojos y vio una ciudad musulmana con un cielo blanco y una niebla a sus pies, rodeado de musulmanes que le sonreía, vio a su hermana Saar-rah muerta cuando era sólo una niña por la fiebre, estaba igual no había envejecido nada.
¾ Hola Moha, estás aquí, estupendo, no te debes de preocupar por haber muerto, aquí la gente es feliz y mira sigo igual de joven y guapa, no envejecemos una vez muertos. Le dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
¾Estupendo hermanita. Dijo distraído y mirando a su alrededor, pues lo último que había visto era a un sacerdote, soldados, el capitán Rodrigo Mendaba y unas llamas devorándole con fiereza¾Oye Saar-rah ¿Alá está aquí?Preguntó pues tenía un plan en mente.
¾Claro tonto¾Respondió su hermana riendo¾Sígueme.
Saar-rah cogió a su hermano de la mano y le llevo por aquella ciudad llena de mezquitas que inspiraba tranquilidad.
* * *
Cristina se despertó y se incorporó al levantarse vio que el suelo que pisaba era blanco y lo cubría una fina niebla, miró hacia los lados y no vio ningún Sol ni ningún cielo, sólo vio un fondo blanco y se vio en la entrada de una enorme ciudad en la que había unos portones de oro que se le abrieron a su paso, entró en ella y vislumbró una ciudad llena de iglesias preciosas, era una gran ciudad cristina. A su paso le salió un cura.
¾Hola muchacha veo que estás algo perdida, bienvenida al cielo, te enseñaré lo que quieras ver jovencita. La dijo con una amable sonrisa.
¾¿Donde está él? Preguntó con mucha excitación.
¾¿Dónde está quién? Musitó con extrañeza el cura.
¾¡¿Dónde está Moha, mi amor, mi vida y mi pasión?! Gritó Cristina con fiereza.
¾Ah no, aquí los Musulmanes no pueden estar, ellos están en su propio cielo.
¾¡No! No puede ser. Salió corriendo con las lágrimas en los ojos mientras el cura la gritaba desde la lejanía.
No se lo podía imaginar, todo esto para nada, había aceptado de buen grado la muerte con el fin de ver a su amado, pero eso no era posible. Corrió sin descanso chocándose con todo el mundo hasta que se chocó con un hombre alto de pelo rubio y rizado y ojos azules con grandes alas.
¾¿Qué te pasa jovencita? Preguntó Gabriel.
¾¿Por qué un musulmán y un cristiano no se pueden ver? Dijo entre lágrimas Cristina.
¾Que pena, seguro que el gran jefe puede hacer algo, sígueme.
Juntos fueron por la ciudad hasta que un hombre muy guapo y joven les paró. Mediría 1’80, centímetro arriba centímetro abajo, era de conflexión fuerte su pelo negro como el hollín del infierno, liso hasta las puntas estaba con el flequillo peinado hacia un lado, pero sin llegar a tener raya, sus ojos azules eran como el mismo mar, ni muy oscuros ni muy claros, su físico embaucó en el momento a Cristina. Llevaba un traje completamente negro. Mocasines negros, un par de calcetines negros, unos pantalones ligeros y negros, una camisa de seda negra, una corbata fina negra, su chaleco encima de la camisa negro también y por último una chaqueta negra como la noche misma, además llevaba un anillo de plata en su mano derecha con un símbolo extraño. Su perfume la embriagaba y la daba una sensación de poder confiar en esa persona.
¾¿Qué haces aquí Astaroth? Dijo Gabriel con claros rasgos de rabia en la cara.
¾Nada nada, ¿Es que no puedo visitar a mi yerno? Respondió Astaroth¾ Y de paso ver que le pasa a esta chica tan triste.
Astaroth
Ven hacia mí
y déjame morar en ti,
soy el deseo,
lo oscuro que hay en ti.
Compro tus sueños,
por tu alma, tu Dios, ¿cuánto da?
Soy el que soy,
el portador de luz…
y déjame morar en ti,
soy el deseo,
lo oscuro que hay en ti.
Compro tus sueños,
por tu alma, tu Dios, ¿cuánto da?
Soy el que soy,
el portador de luz…
Cristina al momento se vio embaucada por su voz y por su luz, ya había olvidado a Mohamed y donde estaba y se le acercaba para cogerle de la mano, pero en ese preciso instante Gabriel se interpuso entre los dos desplegando sus alas al máximo y haciendo retroceder a Astaroth le gritó.
¾¡Vete de aquí renegado de Dios! Y alzando su mano pegó un fogonazo que izo desaparecer a el demonio del cielo.
Otra vez tranquilos los dos, cristina preguntó.
¾¿Quién era ese?
¾El demonio Cristina, el demonio.
¾¿Seguimos nuestro camino querido Gabriel?
¾ Claro, sígueme.
Anduvieron unos diez minutos hasta legar a una catedral de tamaño colosal, entraron y Cristina vio que era preciosa, todo lleno de oro, grandes pinturas y frescos, olor a incienso, y al fondo un trono con un hombre barbudo y mirada apacible, vestido con una túnica blanca.
¾Ya sé lo que quieres Cristina y sí, es posible.
¾¡Estupendo, pues vamos rápido a verle!
¾No es tan fácil, yo no tengo poder en su cielo, lo que si puedo ofrecerte es llevarte a la frontera, me explico, la frontera es el cosmos, es decir te convertiré en una estrella y ahí podrás buscar a Mohamed en su cielo y hablarle para decirle que se convierta en otra estrella y así poder estar juntos en el cielo, en vuestro cielo.
¾Perfecto, pues hágalo ahora mismo. Respondió Cristina.
Dios levanto sus manos y poco a poco la fue transformando en estrella.
* * *
Mientras Saar-rah llevó a Mohamed ante Alá en otro recinto igual que el de Dios y Alá era igual que Dios.
¾Ya sé lo que quieres Mohamed y sí, es posible.
¾¡Estupendo, pues vamos rápido a verla a Granada!
¾¿Quieres ir a Granada? Preguntó Alá extrañado¾Pensaba que querías ser una estrella.
¾¡No quiero ser una estrella! Quiero ir a Granada a verla.
¾Bueno, si insistes te enviaré a Granada, pero atento pues como ya estás muerto no podrás morir otra vez y sólo podrás regresar al cielo una vez hallas realizado tu cometido.
¾Estupendo, rápido envíame a la Tierra.
Alá le dio un fuerte empujón y apareció tirado en medio de la Alhambra. Mientras tanto Cristina ya era una estrella y no encontraba a su querido en el cielo musulmán, miró hacia abajo y vio a Mohamed corriendo por Granada.
¾Dios llévame a la Tierra de nuevo que ahí está mi amado.
¾Lo siento pero en la frontera no tengo poderes, sólo te podría enviar a la Tierra si estuvieses en mi cielo, pero ya no puedes regresar.
¾¡No! Amado mío, mira hacia arriba, mírame.Cristina sintió un gran vacío, pues ya no podría volver a estar con él.
Mientras Mohamed corría en dirección a casa de Cristina y cuando llegó subió a su cuarto por la ventana y no estaba allí, miró por toda la casa, no había nadie, miró en el mercado, miro en el Albaicín y nada, puso Granada patas arriba y no la halló.
Se encontró con Rodrigo Mendaba y este se extrañó, pues le había visto morir.
¾¡Brujo, hechicero!
¾Ahora no Don Rodrigo, debo encontrar a Cristina.
¾Pues como no la busques en el cementerio no la hallarás, pues yo la maté. Respondió entre risas Rodrigo¾Igual que como te volveré a matar a ti.
Desenvainando su espada atravesó a Mohamed por la altura del estomago, este retrocedió unos pasos con la espada clavada, le dolía muchísimo, pero no podía morir. Lleno de rabia por la confesión de el capitán se sacó la espada de su vientre y pegando un grito la clavó en su cabeza dejándola incrustada a la altura del ojo.
Acto seguido salió corriendo hacia el cementerio donde buscó y buscó hasta que vio una pequeña lápida con el nombre de “Cristina Mendoza” No se lo podía creer, ella había muerto, sus piernas le temblaban y cayó de rodillas llorando, y ahora qué, tanto esfuerzo para nada, ahora tendría que vagar por siempre solo sin morir ni vivir.
Mohamed
¿Dónde estás? Mi amor, ¿dónde estás?
Sin ti no puedo morir.
Sin ti vagaré.
Sin ti no puedo morir.
Sin ti vagaré.
A día de hoy aún sigue un alma en el paseo de los tristes vagando y en una noche de San Juan se la pudo escuchar decir:
Mohamed
Es mejor dejarte marchar.
Señor, ¿dónde está mi amor?, devuélvemela.
Señor, ¿dónde está?
Señor, ¿dónde estás?
¡¡¡Señor!!!
Señor, ¿dónde está mi amor?, devuélvemela.
Señor, ¿dónde está?
Señor, ¿dónde estás?
¡¡¡Señor!!!
Leyde
Y desde entonces le acompaña
una estrella que
desde el cielo cuida de él.
Si crees en Dios, crees en Alá,
sé tolerante y menos rezar.
Y acepta el credo
y la sexualidad del que no es igual.
una estrella que
desde el cielo cuida de él.
Si crees en Dios, crees en Alá,
sé tolerante y menos rezar.
Y acepta el credo
y la sexualidad del que no es igual.
¾Si yo soy muy abierta de mente, el que es cerrado y conservador es Javier a él le tendrías que decir eso. Dijo Laura entre risas.
¾Espero que te haya gustado el cuento, que pienses en esta historia cuando vayas a Granada y otro día te contaré el de Perséfone.