Mi hogar, no porque viva aquí, ni porque sólo conozca las estrellas de este sinuoso lugar; sino porque aquí es donde te puedo ver todos los días cuando cierro los ojos y me sumerjo en el silencio estruendoso.
A ti, mi veneno de efecto lento. A ti, Leyde y a tu sonrisa de miel, con tus maneras únicas de hacer que me avergüence y enorgullezca de ti. Ya son años que no nos vemos y aún vives aquí, conmigo y a mi lado. Recordándome que la felicidad está escondida en seis islas de papel en las que te decía que dejásemos los besos para los enamorados. No lo hicimos y así hemos acabado tu eres el recuerdo de un olvido y yo ceniza que dibuja una cruz. Eso sí, quizá lo que te dije fueron palabras desnudas, pero de co-razón y aunque tú te arrepientas de haberlas escuchado, yo no me retracto de habértelas susurrado a la piel. No sé si tú te lo habrás preguntado alguna vez, pero yo lo hago todos los días. ¿Qué fue de nuestra revolución? ¿Dónde quedaron los guerreros salvajes con armas de barro? Será porque habremos cambiado, quizá a peor. ¿Será porque hemos cambiado? Sinceramente sí.
Si preguntas por qué me he atrevido a escribirte de nuevo, es debido a que el dolor es un ensayo de la Muerte y cada vez me duelo más, aquí, por debajo de la piel, cerca del ánima y lejos del hueso, provocando que mi cuerpo sea cada vez menos, ¿Mi medicina? La Naturaleza. Concretamente tú y yo en la habitación para que vuelva amor Naturaleza y así no necesitarme de drogas para paliar mi sed; y que extraño aprieta el deseo cuando no sabemos ni nuestros nombres y no ignoramos nuestros excesos, pero tu sola presencia me enferma y me vacía y con un grito de esperanza que te intenta decir adiós; y que puta es la esperanza -casi tanto como tú-que me ilusiona soñándome que me puedo olvidar de ti y me estrella despertándome que no es cierto. Ojalá llegue el día que el azul me de cielo y el iris los cambios. Y tú, preciosa, tú no me des ni una mierda. Adiós, o eso intento, preciosa.
Te quiero...lejos, pero te quiero.
Te quiero...lejos, pero te quiero.
Siempre es la misma función, el mismo espectador... |