Y allí estaban, ella tumbada en el capó de un coche y el encima de ella besándola con pasión, esperando a que un rayo les fundiese a los dos en ese instante de infinito, mas el tiempo no hace excepciones y todo se acaba, como aquel beso que se acabó con una duda de un futuro mejor. Ya más tarde estando Ξl Héroe de Wilde tumbado en el capó y ella de pie dijo.
-Quemamos con malas artes el espíritu del vino y dudo que regrese. Ξs como las estrellas de Madrid, Héroe, que aunque intentemos verlas, no las vemos. Es imposible. Imposible.-La princesa echaba de menos su reino bañado de luz azul de estrellas, por sus ojos se podía distinguir la añoranza de su pasado observando esos maravillosos astros en las lejanas tierras de África.
-¿Ξchas de menos las estrellas, pequeña o es qué estás dispuesta a devorarlas para calmar tu sed?
-Las echo en falta, sí y ellas no calman mi sed, tu estupidez profunda la calma un poco, pero sólo un poco.- Respondió al Héroe con una risa burlona, una de esas risas que tanto le gustaban a él.-¿Héroe, tu ves alguna estrella aquí en pleno centro de Madrid?
-Claro que sí, solamente una, pero es la más brillante y la más bonita que hay en el firmamento.
-No la veo, donde está.
-Mírate en el espejo y la verás. -Le respondió Ξl Héroe de Wilde con otra sonrisa.-¿Sabes una cosa, preciosa? Ξsto me lo dijo un tal Bunbury. Siempre he preferido un beso prolongado, aunque sepa que mientes aunque sepa que es falso.
-¿Me estás llamando falsa?-Parecía que tenía una masturbación de interrogantes, para solo escuchar un susurro de hilo de lana.
-Puede que sí. Para salir de toda duda tendría que recordar si de verdad tu boca es de fresa.-Y el se levantó para besarla y por fin ocurrió, el tiempo se detuvo en aquel segundo incontenible de pasión. Ni Dios tenía tanto poder para hacer eso y unos labios le habían superado, anclándose mutuamente en aquel beso de luz que convirtió el cielo en hielo, hielo y cristal de infinito latente mientras duraba ese beso hasta su ocaso. Una vez ya parados de besarse, una vez ya separados, el Héroe la dijo que aunque tuviese dinero se comportaba de una manera muy serena y eso le encataba.
-¿Sabes, Héroe? ¿Sabes por qué soy así?
-Dime, mas dímelo despacito y al oído.-Ξlla se acercó subiendo por su cuello hasta pegar sus labios de miel en su oído y susurró.
-Porque los Placeres de la Pobreza han Vencido a mi Burlada Revolución....
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La única estrella que vi y eras tú... |