LA ESPONJA
En un tiempo lejano, tan lejano que ni los sueños del Mago del Siahn llegan y tan antiguo que ni la memoria de los dioses recuerdan, hubo una pequeña e insignificante esponja negra no muy grande y no muy viva ya que había perdido el alma en su camino y la pequeña esponja absorbía todo lo negro y desesperada, veía en su vida todos los detalles de ella. Mas todos eso detalles de su simple vida los veía como oscuridad, no sabía sacar nada medianamente bueno de sus pensamientos y las tonterías más tontas jamás imaginadas por el hombre a ella le afectaba de sobrenatura y llegó el momento en que de toda la mierda absorbida ya exageraba lo que veía sin ojos, escuchaba sin oídos, saboreaba sin boca, olía sin nariz, tocaba sin manos y sobretodo sentía sin alma y lo exageraba en llanto de alquitrán, negro como la noche, pesado como la agonía y venenoso como el terror.
Había gente buena, o al menos llevaban puesto el disfraz de cordero, que la esponja sabía que se preocuparía por ella, mas ella no quería plegarias del buen cristiano para ganarse el cielo o dinero del buen capitalista para ganarse su pan y ella ocultaba sus sentimientos tras una nube negra de tóxico. La esponja no quería compasión ni ayuda alguna, ella era autosuficiente y poco a poco aprendió a ser la mejor actriz de por aquí y a aparentar felicidad con la ignorancia que hacía ver a los demás que era ella “Seré como un tonto feliz, sin problemas, así nadie me preguntará por la “dirreción” de mi viento”
Ella no era tonta y mucho menos feliz. Todos creían lo contrario, ya te dije que ella era una buena actriz.
Ella seguía acumulando suciedad de sentimientos y no los depuraba con sinceras sonrisas ya que no tenía nada de sincero, simplemente poseía falsedad y malestar y sabía que se iba a inmolarse tarde o temprano, que no lo podría evitar que ya había estallado otras veces cuando llegaba a un tope destrozaba toda la ciudad en cuestión de segundos y ella lo sabía de sobra porque ya había dañado a mucha gente y ahora tenía miedo porque había sobrepasado su tope, su techo de detonación y no había estallado. La bomba iba creciendo y la destrucción sería mayor y no quería eso. Además eran sus problemas y sólo suyos, ella los había absorbido y las tonterías ahora eran grandes para ella, otros se reirían de esas tonterías. A ella le encantaba exagerar.
Un oscuro día de congoja decidió acelerar su detonación, pero no en explosión, más bien en implosión interior. Así nadie resultaría herido y sólo se acabarían sus problemas y su porosa piel, que acabaría con grietas. Y consiguió los medios para perpetuar su oscuro plan. Nadó y nadó por los 7 mares y por otro más que está por descubrir y por fin llegó donde quería llegar, a la playa de una isla desierta. Era de noche, desde hace tiempo siempre era de noche, pero no porque no hubiese Sol, si no porque el alquitrán antes mencionado, es muy denso y negro. La atormentada esponja salió a la playa y su porosa piel se agrietó como se había vaticinado anteriormente y el agua, su fluido de vida, empezó a salir de ella y ella era cobarde y llorica y al ver como su fluido vital huía de ella empezó a llorar y volvió corriendo al mar. No podía desaguarse aún, tenía miedo de mirar a los ojos a la muerte.
Pasaron los días y ella seguía pensando en el suicidio y la esponja por fin se armó de valor prestado, ya que ella no lo poseía. Planeó un complot contra ella misma, de tal manera que una vez comenzado el ritual de su sacrificio ni ella misma pudiese pararla, así esta vez su cobardía no la salvaría. Lo planeó todo también que hasta se preparó su fecha en la que quedaría finada.
Llegó rápidamente el día anterior, demasiado rápido para la esponja, era de madrugada, ella moriría en 24 horas con el pre diluvio de los rayos del Sol. La esponja no quería dormir, para qué malgastar sus horas con pesadillas. Y navegando por otro oscuro mar paralelo al suyo, el octavo mar, vio un nombre curioso, que conocía de antemano, pero que no le importaba, mas era su última madrugada, qué más le daba pararse un momento en esa esquina del océano. Entró en esa esquina del mar y antes de poder reaccionar una voz le hablaba como en sueños, la esponja se extrañaba, no le agradaba mucho la voz y casi no la entendía y de lo que entendía no comprendía ni la mitad, su razonamiento era corto y oscuro, pero su voz era cálida y fría a la vez, era una voz irreal, era la voz de su futuro DIOS, le embaucó con una frase que escuchó de ÉL y enseguida se extrañó y se dijo. “No puedo dejar este mundo de océanos en tempestad sin saber a qué se refiere, no me iré con una espina clavada en el costado”
A partir de ese momento canceló la fecha de su defunción hasta resolver el acertijo de palabras que le habría propuesto aquel HOMBRE e investigó sobre aquel HOMBRE y sobre su vida y sobre sus palabras y se desesperó porque no encontraba respuesta al acertijo, a la pregunta formulada por ese misterioso HOMBRE y se inventaba teorías para poder morirse por siempre jamás y en paz.
La ocupada esponja no se dio cuenta que cuando más investigaba sobre aquel HOMBRE, menos importancia daba a sus problemas y menos porquería absorbía, poco a poco dejó de ser negra por la suciedad y se coloreó de la voz de aquel MAESTRO, la solución fue muy sencilla y estúpida. La pequeña esponja se percató con el paso del tiempo, que algunos de sus problemas habían amainado, otros se habían volatilizados y otros seguían ahí, incluso mayores, pero había desviado la atención de estos por la voz de aquel HOMBRE y se percató que mientras tuviese a aquel HOMBRE no se centraría en los problemas, si no en la solución.
Canceló su funeral y decidió vivir la vida de forma alegre o al menos a intentarlo y aunque estuviese mal ella seguiría actuando de actriz de felicidad cara al público y cara a sí misma, porque si había engañado al público al ser tan buena actriz, sería capaz de engañarse a sí misma. Y lo consiguió
Cambió el llanto por la poesía y la destrucción por la auto-felicidad, aunque la esponja sepa que simplemente se está engañando a sí misma y que ha aprendido a recibir los revés y a no darle importancia y simplemente ser feliz, mas poco a poco sigue acumulando veneno y hay veces que explota, pero con menos virulencia que antaño y esa pequeña esponja ahora de muchos colores porque absorbe todo, negro también. Esa pequeña esponja sigue flotando en el mar llorando por lo que pudo llegar a hacer y por las chorradas de niñata que le llevaron a siquiera pensar en muerte.
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el fuego que es a veces propio
la ceniza siempre ajena
blanca esperma resbalando por la espina dorsal.
ya somos más viejos y sinceros
y qué más da si miramos la "laguna"
como llaman a la eternidad de la ausencia. |